Dos locos enamorados
Esta historia carece de sentido sin Paola y Sergio o Sergio y Paola. Sabrás de quien te hablo nada más los veas, porque todo lo que el hotel representa, es gracias a ellos.
No hay nada que domar, ya que la yegua se mueve libremente entre recuerdos llegados del viejo mundo y que ahora hacen las veces de lámparas, veladores y lavamanos.
Quiere recordar a sus antiguos compañeros de fatiga, ilustrando en cada puerta los oficios que compartió. Esta yegua omnipresente que no solo sabe del buen dormir, sino también del buen comer.
En sus cocinas, a la voz de ordeno y mando, se deleita maridando recetas croatas y patagónicas con vinos chilenos, escondiéndose el dulce para su íntimo momento. Ay de esta yegua que supo de un gentil gaucho, que la enamoró y ahora son yeguada.