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Casas de alquiler completo y apartamentos cerca de Bilbao: la excusa perfecta para conocer los grandes museos del País Vasco

Las casas de alquiler completo y apartamentos cerca de Bilbao que forman parte de Rusticae, ofrecen al viajero la excusa perfecta para conocer la palpitante ciudad que se encuentra a orillas del Nervión.
Proponemos un recorrido por los dos museos más importantes, no solo de la ciudad, sino de todo el País Vasco.

MUSEO GUGGENHEIM
El Museo Guggenheim Bilbao es obra del arquitecto canadiense-americano Frank Gehry y representa un magnífico ejemplo de la arquitectura más vanguardista del siglo XX. Con 24.000 m2 de superficie, de los que 9.000 m2 están destinados a espacio expositivo, el edificio representa un hito arquitectónico por su audaz configuración y su diseño innovador, conformando un seductor telón de fondo para el arte que en él se exhibe.
En conjunto, el diseño de Gehry crea una estructura escultórica y espectacular perfectamente integrada en la trama urbana de Bilbao y su entorno.

Una zona de reciente urbanización
El Museo está rodeado de atractivos paseos y plazas en una zona de reciente urbanización, superado su pasado industrial. La plaza y la entrada principal del Museo se encuentran enfilando la calle Iparragirre, una de las principales vías que cruza diagonalmente Bilbao, extendiendo el casco urbano hasta la puerta misma del Museo. Una vez en la plaza, el visitante accede al Vestíbulo descendiendo una amplia escalinata, un recurso infrecuente que, en este caso, resuelve con acierto la diferencia de cota entre la ría del Nervión, en cuya ribera se sitúa el Museo, y el nivel de la ciudad, haciendo factible una espectacular estructura que, sin embargo, no rebasa la altura de las construcciones circundantes. La parte más alta del edificio está coronada por un gran lucernario en forma de flor metálica que cubre el Atrio, uno de los rasgos más característicos del edificio.
El exterior del Museo, cuyo perímetro puede recorrerse íntegramente, presenta diferentes configuraciones desde las distintas perspectivas y sirve también para la exhibición artística, albergando piezas de creadores como Louise Bourgeois, Eduardo Chillida, Yves Klein, Jeff Koons o Fujiko Nakaya. La parcela en la que se sitúa el edificio está surcada en uno de sus extremos por el Puente de La Salve que, desde 2007, sirve de soporte a la intervención escultórica encargada por el Museo a Daniel Buren titulada Arcos rojos / Arku Gorriak. Bajo el puente discurre la sala 104, una enorme galería libre de columnas que alberga la instalación escultórica de Richard Serra La materia del tiempo, y que se topa en su extremo con una torre, un remate escultórico del diseño arquitectónico que abraza el colosal puente y lo integra, de forma eficaz, en el edificio.

Un gran espacio diáfano de volúmenes curvos
Una vez en el Vestíbulo, que sirve de distribuidor, el visitante accede al Atrio, auténtico corazón del Museo y uno de los rasgos distintivos del diseño arquitectónico de Frank Gehry. Se trata de un gran espacio diáfano de volúmenes curvos que conectan el interior y el exterior del edificio mediante grandes muros cortina de vidrio y un gran lucernario cenital. Los tres niveles del Museo se organizan en torno a este Atrio central y se conectan mediante pasarelas curvilíneas, ascensores de titanio y cristal, y torres de escaleras. El Atrio, que también funciona como espacio expositivo, sirve como eje que ordena las 20 galerías que alberga el Museo, algunas de aspecto más clásico y líneas ortogonales y otras de volumetrías más orgánicas e irregulares. El juego de volúmenes y perspectivas permite disponer de espacios interiores en los que, sin embargo, el visitante no se siente en absoluto desbordado.
Esta diversidad de salas ha demostrado su enorme versatilidad en las manos expertas de comisarios y diseñadores, que han encontrado la atmósfera idónea, tanto para presentaciones de obras de gran formato y medios contemporáneos como en muestras de carácter más sosegado o íntimo.

Una estructura de titanio, vidrio y piedra caliza
La construcción del Museo Guggenheim Bilbao tuvo lugar entre octubre de 1993 y octubre de 1997 y el emplazamiento elegido, en una curva de un antiguo muelle de uso portuario e industrial, supuso la recuperación de la ría del Nervión para la ciudad y su reurbanización para la cultura y el ocio.
Debido a la complejidad matemática de las formas curvilíneas proyectadas por Gehry, éste decidió emplear un avanzado software inicialmente utilizado en la industria aeroespacial, CATIA, para trasladar fielmente su concepto a la estructura y facilitar su construcción. Para la piel exterior del edificio, el arquitecto eligió el titanio tras descartar otros materiales y comprobar su comportamiento en unas muestras que había en el exterior de su propio estudio. El acabado de las cerca de 33.000 finísimas planchas de titanio consigue un efecto rugoso y orgánico, al que se suman los cambios de tonalidad del material según la atmósfera reinante. Los otros dos materiales empleados en el edificio, piedra caliza y vidrio, armonizan perfectamente, logrando un diseño arquitectónico de gran impacto visual, hoy día convertido en verdadero icono de la ciudad en todo el mundo.
Textos: Guggenheim Bilbao Museoa.

MUSEO DE BELLAS ARTES
El origen del actual museo se sitúa en el primer Museo de Bellas Artes, fundado en 1908 y que abrió sus puertas en 1914, y en el de Arte Moderno, inaugurado en 1924. Ambas instituciones y sus respectivas colecciones se unieron efectivamente en 1945, año en que se levantó el edificio antiguo. En 1970 se añadió el edificio moderno, y en 2001 una importante reforma acabó por dar al museo su fisonomía actual. En 2008, y bajo el lema “100 años de historia, 10 siglos de arte”, el Museo de Bellas Artes de Bilbao celebró su primer centenario.
A lo largo de su historia, el museo ha desarrollado un modelo ejemplar en el que la ciudadanía, la comunidad artística local y las instituciones públicas han determinado su configuración y crecimiento, a través de importantes compras y donaciones de obras de arte que han estructurado los núcleos principales de la colección y su posterior crecimiento.

Personalidad
Ya en los inicios se manifestaron algunas de las características de la pinacoteca que aún hoy en día continúan vigentes, como el estrecho vínculo entre las instituciones públicas y la sociedad, coincidentes en la voluntad de convertir Bilbao en un referente cultural. Las importantes donaciones y legados que, por parte de las instituciones y de particulares, recibió el museo en sus primeros años de actividad determinaron las futuras líneas de crecimiento de la colección.
Otra característica del museo es su voluntad de contemporaneidad que, en esos primeros momentos, respondía a las inquietudes de la comunidad artística. Esta apuesta por la actualidad se materializó diez años después en la creación de un nuevo museo dedicado al arte moderno y contemporáneo. Así, el Museo de Arte Moderno, situado en unas dependencias de la Diputación, abrió sus puertas en 1924 y fue dirigido por el pintor Aurelio Arteta.

Breve historia
Poco después de concluida la Guerra Civil se decidió la construcción de un nuevo edificio que albergara las colecciones de ambos museos reunidas en una misma institución que, durante años, se denominó Museo de Bellas Artes y de Arte Moderno de Bilbao.
El nuevo edificio, de estilo neoclásico, se construyó en el Ensanche moderno de la ciudad, según el proyecto de los arquitectos Fernando Urrutia y Gonzalo Cárdenas. El actual Museo de Bellas Artes de Bilbao se inauguró en 1945. La dirección estuvo a cargo de Manuel Losada hasta 1949, Crisanto de Lasterra hasta 1973 y Javier de Bengoechea hasta 1982.
Sin embargo, este primer espacio pronto resultó insuficiente, por lo que, a principios de la década de los sesenta, se decidió encargar su ampliación a los arquitectos Álvaro Líbano y Ricardo Beascoa, que realizaron una obra innovadora que recoge el influjo del movimiento moderno y, más concretamente, de la arquitectura de Mies van der Rohe. Las obras concluyeron en 1970 aunque, diez años más tarde y bajo la dirección de Jorge de Barandiarán, se habilitaron nuevos espacios y servicios en los sótanos del edificio. En 1991 el Gobierno Vasco entró a formar parte del museo, sumándose al Ayuntamiento de Bilbao y a la Diputación Foral de Bizkaia.
En 1996, y bajo la dirección de Miguel Zugaza, se convocó un concurso para la adjudicación de un plan de reforma y ampliación del museo, con el objetivo de modernizar instalaciones y servicios. Ese mismo año se constituyó un jurado, en el que participaron, entre otros, los arquitectos Rafael Moneo, Norman Foster y Álvaro Líbano, para valorar los diecinueve anteproyectos presentados al concurso. Tras el examen de las propuestas, se encargó la ejecución al equipo encabezado por Luis Uriarte y compuesto por Borja Arana, José Ramón Foraster y Borja Pagazaurtundua.
El programa de necesidades propuso mejorar la comunicación horizontal y vertical entre los dos edificios que integran el museo mediante un nuevo nexo de unión y una nueva galería. También, liberar una serie de espacios para reunir y optimizar los servicios (recepción, cafetería, restaurante, tienda-librería, biblioteca, departamento didáctico y auditorio) y ampliar los espacios expositivos. De igual manera, se contempló la conveniencia de un cambio en el acceso al museo, integrándose en el eje que une el centro de la ciudad con Abandoibarra. Por último, se aconsejó la reforma y traslado de las oficinas, así como la climatización del edificio antiguo. El conjunto de estas obras supuso una ampliación aproximada de la superficie de 6.450 m2 y una intervención sobre 14.250 m2. La inversión global fue de 15 millones de euros, financiados por las instituciones que forman parte del museo: Gobierno Vasco, Diputación Foral de Bizkaia y Ayuntamiento de Bilbao. Tras la conclusión de las obras de reforma y ampliación, el museo reinauguró sus instalaciones el 10 de noviembre del 2001.
Textos: Museo Bellas Artes de Bilbao

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